HISTORIA DE LA LENGUA DE SIGNOS
Hoy en día todos sabemos de la utilidad y
necesidad de la Lengua de Signos en la comunicación de las personas sordas
pero, seguro pero muchas personas se preguntarán, ¿cómo surgió la
Lengua de Signos?
En este artículo vamos a dar una breve, pero
clara, explicación de cuál ha sido el camino que ha recorrido la Lengua de
Signos, desde sus comienzos, hasta la aprobación del texto de ley presentado al
Senado el pasado 9 de Julio de 2007.
Comenzaremos hablando de la historia de la Lengua
de Signos.
Los antecedentes básicos sobre las lenguas de
signos en España se inician, desde el punto de vista educativo, en el siglo
XVI, cuando los monjes emprendieron la labor de educar a niños sordos. El monje
benedictino D. Pedro Ponce de León enseñó a comunicarse a los niños sordos...
Este hecho, que permitió la reevaluación de las
creencias profesadas durante mucho tiempo respecto de las personas sordas,
contribuyó a un cambio gradual de la mentalidad que se tenía sobre las mismas y
su lugar en la sociedad. Los monasterios en esa época estaban obligados a
guardar silencio y se comunicaban utilizando signos manuales. Así, por ejemplo,
los benedictinos tenían a su disposición "signos para las cosas de mayor
importancia, con los cuales se hacían comprender". Pedro Ponce de León
debió comprender que era posible expresar la razón sin habla, pues él mismo
manifestaba sus pensamientos por medio de signos monásticos y empleó con los
niños sordos un sistema gestual de comunicación.
En el siglo XVII la metodología cambia, y así D.
Manuel Ramírez de Carrión utilizó la pedagogía de su época para instruir a los
niños, preparándoles para que se integraran en la sociedad.
En la segunda mitad del siglo XVIII, D. Lorenzo
Hervás y Panduro publica su tratado: "Escuela española de
sordomudos o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español",
que supone un hito fundamental en el esfuerzo pedagógico para la integración de
las personas sordas.
La escuela española alcanzará a producir aún
obras de tanta trascendencia para la lengua natural de las personas sordas,
como el Diccionario de mímica y dactilología de Francisco
Fernández Villabrille, que incluía 1500 signos de lengua de signos española
descritos para su realización.
En el siglo XIX, con el establecimiento en España
de los primeros colegios de sordomudos y ciegos, se posibilita la
institucionalización de la educación de las personas sordas, ciegas y
sordociegas, con la consecuencia de la interacción lingüística y social entre ellas,
así como del inicio del desarrollo sistematizado de las portolenguas de signos
española y catalana.
Las lenguas de signos españolas, siendo las
lenguas propias de las personas sordas y sordociegas que han optado por esta
modalidad lingüística, no han tenido el reconocimiento, ni el desarrollo que
les corresponde, y ello a pesar de que numerosas investigaciones llevadas a
cabo en el ámbito nacional e internacional han puesto de manifiesto que las
lenguas de signos cumplen todos los requisitos de una lengua natural, y poseen
unas características gramaticales, sintácticas y léxicas propias.
Recientemente, esta situación se ha subsanado y prueba de ello es la aprobación
de numerosas normas, entre las que cabe destacar varios Estatutos de Autonomía,
que reconocen la importancia de las lenguas de signos.
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